Más de 1.200 páginas de datos. Facebook conserva todo lo que Max Schrems ha buscado, clicado y escrito durante los tres años que lleva en la red social. Incluso lo que este estudiante austríaco de derecho de 24 años decidió borrar en algún momento.
En julio, armado de la directiva europea 95/46/CE que garantiza el acceso de cualquier ciudadano a sus datos, Schrems le pidió a la empresa de Zuckerberg la información de su cuenta. Escarbando entre las páginas del PDF que le entregaron en CD descubrió antiguos mensajes borrados, transcripciones de chats que también creía haber suprimido, peticiones de amistad denegadas, notificaciones de eventos a los que quiso asistir y otros a los que no, estatus y tags de fotos. Todo. Incluso direcciones de correo de personas que no tienen perfil activo en la red social. Se sublevó.
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Entre agosto y septiembre, Schrems creó el sitio Europe versus Facebook, en el que colgó su dossier para mostrar lo que había descubierto. Además, envió exactamente 22 denuncias -una por cada punto del funcionamiento de Facebook que considera ilegal- a la agencia de protección de datos de Irlanda, que es el país donde Facebook tiene su sede europea por cuestiones de impuestos.
Su responsable, Billy Hawkes, aseguraba hace unos días en Stern TV que está examinando la documentación y confirmaba que es ilegal que Facebook guarde datos que tendrían que haber sido borrados si el usuario así lo ha solicitado. Mientras la red social se cubría las espaldas arguyendo en la misma cadena que los posts que aparecen en los archivos de Schrems no habían sido realmente borrados por el usuario sino movidos a otra ubicación. El estudiante de derecho no acepta la distinción semántica que separa 'remove' de 'delete' en inglés. Borrar es borrar, insiste.
La acción no es una rabieta, ni un ataque a las redes sociales, que “son una herramienta formidable”, puntualiza Schrems a LaVanguardia.com. “Es simplemente que Facebook está usando su red para recoger datos de los usuarios que no debería tener. Es cierto que los mismos usuarios tienen que ser responsables de lo que postean pero, ¿cómo van a serlo si no saben ni pueden decidir lo que se hace con su información?”, subraya el estudiante de derecho.
A pesar de todo, Schrems se muestra optimista. Está convencido de que va a conseguir que Facebook le dé un sentido menos cosmético al botón de borrar. “Cualquier otra solución significaría contravenir la ley”, afirma. “El único problema es que nunca vamos a poder mirar en sus sistemas y no sé si los usuarios puede seguir confiando en la empresa después de lo que he descubierto”. Ahora, le toca mover ficha a Facebook...
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